lunes, 22 de octubre de 2012

Cataluña y los Reynos de las Españas

A lo largo de estas últimas semanas se han ido publicando en diferentes periódicos y blogs puntos de vista acerca de el problema catalán. Éstos varían desde sobre los pasos legales que habrían que darse para que Cataluña adquiera su independencia, hasta cómo responder a la amenaza del independentismo. Al ir leyéndolos, y sobre al ir leyendo los comentarios que la gente hacia sobre Cataluña y su relación con el resto de España, uno tiene la impresión de estar asistiendo a un diálogo de sordos donde cada parte expone sus ideas sin atender lo que dicen los demás.

En lo que si parece haber un acuerdo tácito entre los contertulios es que el desencuentro entre ambas partes viene motivado en gran medida por el franquismo y que la Constitución de 1977, que debería haber supuesto la superación de dicho trauma, ha sido incapaz de solucionarlo. Aparte de ese punto, parece imposible llegar a un acuerdo entre nosotros, por lo que me pregunté como nos verían desde fuera, y por ello comencé a viajar atrás en el tiempo.

Viajando, viajando llegué a 1830 donde un viajero inglés Richard Ford, hizo un retrato de la España de la época, que plasmó en sus libros A Handbook for Travellers in Spain: Andalucia, Ronda and Granada, Murcia, Valencia, and Catalonia y Gatherings from Spain. También, sin duda influenciado por los viajes de Ford, L. G. Seguin dió su visión de España en A Picturesque Tour in Picturesque Lands. De la lectura de estos libros podemos entresacar cosas bastante interesantes. Para empezar que el sentimiento de España, como nación única, no ha estado hasta hace bien poco asentado entre nosotros:
Mi paisano no quiere decir español, sino andaluz, catalán, etc. (Richard Ford)
But it is difficult, and indeed incorrect, to speak of Spain as of one undivided whole. Such she has never attained to being. There is no such word in the Spanish language as Spain. It is the Spains (Las Españas). The people do not care to admit their nationality. They are Castilians, Navarrese, Andalusians—what you please, rather than Spaniards, ... 1 (L.G. Seguin)

Quizás esta visión pueda parecer un poco folclórica, pero no estaría de más recordar las sangrientas  revoluciones cantonales que asolaron España, poco después, en 1873.

Las consecuencias para tan ilustres visitantes son claras:
España es hoy, como siempre ha sido, un conjunto de cuerpos sostenidos por una cuerda de arena, y, como carece de unión, tampoco tiene fuerza y ha sido vencida en grupos sueltos. (Richard Ford)
It is surely this pettiness of view, this isolation and exclusiveness of interest, so opposed to the spirit of our modern world, which keeps Spain in the lowest rank of civilized European nations. If it is not the chief causes, it is at least one of the chief cause of her decadence.2 (L.G. Seguin)

Y ya puestos, ¿qué opinan tan ilustres visitantes de Cataluña y los catalanes?
Los catalanes no son ni franceses ni españoles, son diferentes tanto en lengua como en vestuario y hábitos; además la aspereza, y actividad bastan por sí solas para convencer al viajero de que ya no se encuentra en la nobiliaria e indolente España. Sus republicanos, que piensan que la grosería es una prueba de igualdad e independencia, inspiran a todo caballero bien educado el deseo de tratar con ellos lo menos posible. Hijos de los celtíberos suspiran por su perdida independencia, su patriotismo es fundamentalmente pueblerino y local. Cataluña (...) es la fuerza y la debilidad de España, y no hay provincia del mal unido manojo que constituye la monarquía convencional de las Españas3 que este país de revueltas que está siempre dispuesto a volar lejos. (...) Cataluña es la maldición y la debilidad de España y una perpetua dificultad para los gobiernos. Cataluña es el niño mimado de la familia peninsular, al que, a pesar de ser el más díscolo e ingobernable, se sacrifica al resto de la prole. Los catalanes, tremendamente egoístas, tienen muy poca consideración para con las demás provincias; y su carácter activo, sufrido y turbulento les hace difíciles para la pasiva indolencia del resto de la Península.3
Richard Ford también culpa a Cataluña del atraso comercial del resto de España al imponer, con ayuda de los franceses, el proteccionismo a su industria textil a fin de mantener su monopolio en detrimento de las relaciones comerciales de Inglaterra con el resto de España. (Creo que JdeJ podría y tendría que decir mucho al respecto). Por otra parte que en ¡¡1855!! plasmase opiniones, que a día de doy, siguen siendo vigentes para muchos, tanto catalanes como españoles, da que pensar.

¿Qué conclusiones podríamos sacar al respecto? Bueno, quizás con la perspectiva que da el tiempo el único problema con catalanes y vascos es que aún necesiten un pequeño hervor, de unos 150 años, para terminar de sentirse españoles. Quizás, no se sentirán nunca y el problema siga pudriéndose, por lo que, visto así, a lo mejor, lo del referéndum no es tan mala idea.

Desde luego, y con independencia del valor de sus juicios, lo que está claro es que el problema catalán, no es algo de hace unos días y que, mal que les pese a muchos, Franco tuvo poca culpa al respecto.


En fin, como dirían los clásicos: "nihil novum sub sole".

P.S. A los aficionados a los libros antiguos os recomiendo el siguiente enlace: Internet Archive Search

1 Pero es difícil e incluso incorrecto hablar de España como un todo indivisible. Tal cosa nunca ha existido. No existe ninguna palabra en español como España. Son las Españas. La gente no tiene reparos en admitir su nacionalidad. Son castellanos, navarros, andaluces, - lo que sea - en vez de españoles.
2 Seguramente esta pequeñez de espíritu, su aislamiento e intereses particulares, tan opuestos al espíritu del mundo moderno, lo que hace que España esté en el más bajo nivel de las naciones civilizadas europeas. Si no es la causa principal, al menos es una de las principales causas de su decadencia.
3 En español en el original.
4 A Handbook for Travellers in Spain: Andalucia, Ronda and Granada, Murcia, Valencia, and Catalonia (p. 392 y ss).

viernes, 19 de octubre de 2012

Halloween catalán

Brujuleando que estoy, buscando material para una nueva entrada acerca de Cataluña, me he encontrado con esta pequeña joya en el libro de un viajero inglés que visitó España allá por 1775. Dadas las fechas en las que nos encontramos creo que oportuna reproducirla.

En su carta IX (p 92 y ss), dedicada a Barcelona, habla de la extraña costumbre que tienen de ir, casa por casa, la víspera de todos los Santos comiendo castañas pensando que si lo hacen con la apropiada fe y unición, salvarán, por cada castaña comida, una alma del purgatorio.