lunes, 23 de septiembre de 2013

Reflexiones veraniegas

Ahora que llega el otoño, ya empiezo a echar de menos el verano. El sentarte en la terraza de noche y contemplar, si tenéis suerte y vivís en un lugar poco iluminado, como la Vía Láctea atraviesa todo el cielo. Ver todo el cielo lleno de estrellas, pensar que cada estrella tiene un mundo, y que en cada mundo hay, en ese momento, una persona sentada en la terraza contemplando el cielo lleno de estrellas...

No es difícil identificar hacia el norte una constelación en forma de W (Casiopea) y a su izquierda una que tiene forma de copa de champagne (Andrómeda). Quien tenga buena vista y poca luz alrededor, hacia la mitad de la copa, verá un pequeña mancha difusa. Es la Galaxia de Andrómeda, el objeto más lejano visible a simple vista, también con millones de estrellas y que cada estrella tiene un mundo... Y piensas en los millones de galaxias que están ahí, pero no ves, y en sus millones de estrellas y que cada estrella tiene un mundo...

Y luego piensas en la vida. Todo un ataque a la lógica y a las leyes de la termodinámica. 

Por eso al más mínimo fallo, nos vamos al otro barrio

Y piensas en los que han llegado, en los que que están, en los que se han ido y, sobre todo, en los que se han ido antes de tiempo.

Y, es entonces cuando te preguntas:

¿Y todo este follón para nada?